miércoles, 20 de junio de 2007

Estamos Criando Vagos

Dr. Cesar Mella

Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela.

Se levantan irritados pues se acuestan muy tarde hablando por el teléfono o conectados a la Internet.

No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver con "arreglar algo en el hogar".

Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles "defectos" a sus padres a los cuales acusan a diario de que "están quedaos".

No hay quien les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo.

Hay que darles su "semanal" o mesada de la que se quejan a diario porque "eso no me alcanza".

Si son universitarios siempre inventan unos paseos de fin de semana que lo menos que uno sospecha es que regresará un embarazo o un pase de marihuana.

Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aun el día en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles.

Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 14 y los 24 años y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos constituyen un verdadero dolor de cabeza.

¿En qué estamos fallando?

Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta el orgullo reiterado es que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevábamos al taller de costura la ropa que elaboraba nuestra madre o teníamos un pequeño salario en la Iglesia en donde ayudábamos a oficiar la misa cada madrugada.

Lo que le pasó a nuestra generación es que elaboramos un discurso que no dio resultado: "!Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé!". Nunca conocieron la escasez, se criaron desperdiciando, a los 10 años habían ido a Disney World dos veces, cuando nosotros a los 20 no sabíamos lo que era tener un pasaporte.

El "dame" y el "cómprame" siempre fue generosamente complacido y nos fuimos exhibiendo los éxitos escolares de los hijos y ellos se convirtieron en habitantes de una pensión con todo incluido que luego queríamos que fuera un hogar.

Al final se marchan al exterior a la conquista de una pareja y vuelven al hogar divorciados o porque la cosa "se les aprieta" en su nueva vida.

Los que tienen hijos pequeños pónganlos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos. Un pago simbólico por eso puede generar una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar.

Las hembritas deben desde temprano aprender a lavar, planchar, cocinar para que entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles.

La música metálica, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica de la comunicación han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó.

Estamos compelidos a revisar por los resultados si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos trabajado tanto que el cuido de nuestros hijos quedó en manos de las domésticas y en un medio ambiente cada vez más deformante.

Ojala que este mensaje llegue a los que tienen "muchachos chiquitos" pues ya los abuelos pagaron la transición...


QUE BUENA QUEJA..........................

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